lunes, 12 de enero de 2015

La emoción del miedo



El miedo es una emoción caracterizada por una intensa sensación, habitualmente desagradable, provocada por la percepción de un peligro inminente y que dirige a la persona hacia la evitación y el escape de las situaciones amenazantes.

Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza.  

El miedo siendo una emoción que tiene una función de supervivencia, se manifiesta en todos los animales. Su misión es conducir a los organismos a distanciarse de los depredadores y promover la sumisión al miembro dominante del grupo.

El miedo y en función de la situación nos puede llevar hacia cuatro estrategias defensivas diferentes:

Escapar o retirarse __ (2) Inmovilizarse __ (3) Amenazar o atacar __ (4) tratar de bloquear o desviar el ataque del otro.

En la emoción del miedo: Con el miedo nuestros ojos se agrandan para que veamos mejor y el corazón envía más sangre a las piernas para que podamos huir.

-        Los músculos de la cara muestran tensión.
-        Las cejas están levantadas y juntas.
-        Los párpados de arriba están levantados
-        Los párpados de abajo están tensos.

   
Dado que tanto en la sorpresa como en el miedo, las cejas están levantadas y la boca está abierta es fácil confundirlas en las situaciones de interacción en que la expresión facial es muy fugaz. Esto ocurre en situaciones en que por nuestra cultura entendemos que se requiere disimularlas.

La principal diferencia entre la expresión facial de sorpresa y miedo, reside en que en la sorpresa los músculos muestran relajación, mientras que en el miedo exhibe una importante tensión de los músculos de la cara.
 
La familia del miedo incluye emociones de una u otra manera similares entre si como el miedo, la preocupación, la inquietud, el desasosiego, la incertidumbre, la inseguridad, la ansiedad, la angustia, el susto, el terror y el pánico.

Si el miedo crece muchísimo se convierte en terror y entonces comenzamos a perder el control. El miedo puede servirnos para responder eficazmente a las amenazas, pero el terror nos paraliza y no nos deja pensar. De aquí que surja la necesidad de manejar la emoción de miedo de manera que resulte funcional, y que no nos paralice.

Por otro lado está el pánico, que asociamos a la idea de ataque o crisis de pánico. El ataque de pánico consiste en un periodo de miedo intenso, generalmente de corta duración. La aparición de estos episodios de miedo intenso es generalmente abrupta y suele no tener un claro desencadenante. En ellos la persona siente que está en peligro de muerte inminente y tiene una necesidad imperativa de escapar de un lugar o de una situación temida. Siguiendo a la psicóloga Isabel Larraburu en su web, planteamos que los ataques de pánico incluyen alguno de los siguientes síntomas: Palpitaciones o aceleración de la frecuencia cardíaca (taquicardia); Temblor o sacudidas; Sudoración; Sofocación; Náuseas o molestias abdominales; Despersonalización o desrealización; Adormecimiento o sensación de cosquilleo en diversas partes del cuerpo (parestesias); Escalofríos; Dolor o molestias precordiales; Miedo a morir; y Miedo a volverse loco o perder el control.

La emoción de la inseguridad también podemos relacionarla con emociones de una u otra manera similares al miedo. La inseguridad es una falta de confianza, puede faltarnos confianza en nosotros mismos o en los demás. Imagina que vas conduciendo en un puerto de montaña cubierto de hielo. Si  sientes que no serás capaz de controlar el coche en caso de ser necesario, te sentirás inseguro. También te sentirás inseguro si en las mismas condiciones del ejemplo anterior vas de copiloto y no te fías del conductor.

Por su parte la emoción de la incertidumbre implica un temor, una falta de seguridad, de confianza o de certeza sobre algún acontecimiento futuro. Cómo cuando no sabemos si mantendremos nuestro puesto de trabajo ante el cambio en la propiedad de la empresa en la que trabajamos. O cómo cuando no sabremos cuales son los temas por los que el profesor preguntará en el examen.

En el caso de la preocupación, el estado de desasosiego, inquietud y temor sentido se relaciona con una situación difícil o un problema a resolver. La preocupación está vinculada a ocuparse con antelación de algo. Es normal tener preocupaciones, todos las tenemos, sin embargo si las preocupaciones persisten en el tiempo pueden derivar en problemas psicológicos como el trastorno de ansiedad y la depresión.

La ansiedad como emoción también es un tipo específico de miedo, que cumple la función de prepararnos para posibles amenazas que podemos anticipar. La ansiedad al igual que el miedo es una respuesta innata de nuestra especie, que tiene como misión la supervivencia.  Se diferencia del miedo en que en el miedo hay un objeto o situación presente que lo desencadena. Por ejemplo, como si alguien nos viene a atracar en la calle a media noche en una calle vacía. Sin embargo en la emoción de la ansiedad aquello que nos produce miedo no está presente, sino que se trata de una emoción orientada hacia el futuro, que cuando es adaptativa nos alerta para responder a esa situación con todas nuestras facultades. Por ejemplo, al estar nervioso dos semanas antes de un examen, dándole vueltas a si aprobaremos, a las consecuencias de suspender, al tiempo de que disponemos para estudiar... estaríamos hablando de ansiedad. Esto sugiere que la distinción entre las amenazas futuras y presentes es lo que divide a la ansiedad y el miedo. Por otro lado no debemos confundir la ansiedad con el estrés; ya que el estrés hace referencia al estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al normal. Cuando, a lo largo de tres días tenemos una presentación en el trabajo, se pone el niño malo, vienen a pintarnos la casa, y se nos estropea el coche, nuestro organismo responde con una alta activación para hacer frente a todo, esto es el estrés.


Otros aspectos sobre las emociones en proceso de mediación en el libro: 

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