Artículo presentado por: Ramiro González Martínez de Lecea (Asociado de Bitarbask Nº 0025).
Fundador despacho TRASTE: Trabajo Social Independiente.
Especialidad en Mediación Civil. 
Socialmente y prácticamente se acostumbra a
recurrir a la mediación en la esfera familiar cuando los conflictos se derivan
de rupturas de pareja. Sin embargo, la mediación no se reduce a los conflictos
de pareja y de ruptura familiar sino que interviene en todas las casuísticas
conflictivas que pueden presentar las familias.
Conflictos derivados por asuntos de herencias,
cuidados de mayores y menores, mudanzas, emancipaciones de hijos, etc. La
mediación no sólo es una forma alternativa de resolución de conflictos (que
evidentemente lo es) sino que también cuenta con una carga preventiva
intrínseca que engrandecen y amplían el alcance de esta profesión.
Los conflictos familiares son un lastre que mina
la cohesión familiar. Al minarse esta cohesión las personas pierden una parte o
la totalidad de los apoyos sociales con los que cuentan. La familia tiene un
protagonismo fundamental en lo que al Estado de Bienestar se refiere, en
especial en los Países Mediterráneos. La Familia apoya y suple muchas de las
carencias y déficits que Estado, como garante de derechos y bienestar social, a
menudo presenta.
La mediación es vital para no romper la cohesión
familiar o al menos la comunicación. Por medio de la mediación se puede
reconstruir la cohesión familiar y la comunicación, las cuales se rompieron al
surgir el conflicto en cuestión. Si los conflictos en el ámbito familiar no se
resuelven de una forma colaborativa o
simplemente no se afrontan seguramente la familia quedará mermada y
resquebrajada, lo cual repercutirá negativa y directamente en sus miembros.
Es importante no cerrarse a los conflictos y
afrontarlos. Muchas veces los conflictos tienen soluciones medianamente rápidas
y sencillas que requieren de la comunicación como herramienta principal para su
comprensión y superación.
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